San Esteban las obras del amor.
San Esteban las obras del amor.
Resulta curioso como la iglesia nos propone la fiesta de san esteban justo al día siguiente de la navidad, incluso para una visión poco experimentada en la mística cristiana es un poco violento, después de dejarnos seducir por la ternura de la navidad y tocar el corazón por el amor de un Dios que comparte nuestra materia para hacerse en todo igual a nosotros menos en el pecado, meditamos inmediatamente los inicios de la misión profética y evangelizadora de esteban, esta mañana mientras hacia mi oración contemplando la belleza del pirineo francés caí en cuenta de dos realidades tangibles y de gran profundidad de esta fiesta y especialmente en la continuación de las obras del amor que nos recuerda la liturgia con la memoria del primero de los mártires ( aunque hoy en día da la impresión de cierto masoquismo cuando hablamos del martirió en la iglesia, siempre me ha dado mucha devoción contemplar como su sangre fue el alimento que hizo que creciera la predicación apostólica y la obra evangelizadora de la iglesia primitiva, de hecho siempre que llego a Roma tengo por costumbre besar el suelo de la ciudad que se tiño por entera de aquella primera sangre) pero volviendo al comentario sobre la fiesta de hoy
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos presenta a Esteban como "un hombre lleno de fe y de Espíritu Santo", elegido con otros seis para dar servicio a las viudas y a los pobres durante el primer concilio de Jerusalén. Y nos cuenta su martirio, acontecido después de un fogoso discurso que suscitó la ira de los miembros del Sanedrín, fue arrastrado afuera de las murallas de la ciudad y lapidado.
Meditemos como la santidad desde un primer momento causa malestar en la acomodada vida de muchos, el santo como el profeta es incómodo por naturaleza porque expone nuestra vida a la luz de la verdad real y tangible, más allá de voluntarismos prefabricados y normas de piedad rutinarias que nos tranquilizan la conciencia, es por esta incomodidad que el sanedrín no soporta el discurso del pro mártir y decirle callarle, cuantas veces nosotros seguimos actuando en la misma línea de aquellos piadosos hombres del sanedrín, cuando no soportamos que nuestra fe es débil y necesita constantemente una re conversión, cuando no somos capaces de descubrir el reclamo de Cristo en la voz de los santos. Esteban murió como Jesús, pidiendo perdón por sus asesinos. En el clima de la alegría navideña, esta conmemoración podría parecer fuera de contexto. De hecho, la Navidad es la fiesta de la vida y nos infunde sentimientos de serenidad y de paz. ¿Por qué entonces turbar su encanto con el recuerdo de una violencia tan atroz? En realidad, en la óptica de la fe, la fiesta de san Esteban está en plena sintonía con el significado profundo de la Navidad. En el martirio, de hecho, el amor que derrota a la violencia, la vida a la muerte. La Iglesia ve en el sacrificio de los mártires su "nacimiento al cielo". Es la sangre de los mártires que complementa la profundidad a la fiesta de la navidad ayer celebrada, ayer Dios se revelaba, hoy el hombre responde a ese amor y da obras con su vida a esa revelación, no podemos quedarnos encerrados en el sentimentalismo de la navidad, un amor tan grande como el del padre que envía a su hijo a nosotros merece una respuesta igual de grande como la de esteban que vuelve al padre por predicar con fidelidad lo recibido, la fiesta de hoy nos une a la frase paulina que siento tan mía en la respuesta al amor: Obras son amores y no buenas razones
Celebramos por lo tanto hoy la "navidad" de Esteban, que en profundidad se desprende de la Navidad de Cristo. ¡Jesús transforma la muerte de quienes lo aman en aurora de vida nueva! En el martirio de Esteban se reproduce la misma lucha entre el bien y el mal, entre el odio y el perdón, entre la mansedumbre y la violencia, que tuvo su culminación en la cruz de Cristo. La memoria del primer mártir acaba así con una falsa imagen de la Navidad: ¡una imagen de fábula y duzurosa, que en el evangelio no existe! La liturgia nos trae el sentido auténtico de la Encarnación, relacionando Belén al Calvario y recordándonos que la salvación divina implica que la lucha al pecado, pasa por la puerta estrecha de la cruz. Este es el camino que Jesús ha indicado claramente a sus discípulos: "Serán todos odiados a causa de mi nombre. Pero quién habrá perseverado hasta el final será salvado". Por eso hoy rezamos de manera particular por los cristianos que sufren discriminación a causa del testimonio que dan de Cristo y del evangelio. Estamos cerca de estos hermanos y hermanas que, como san Esteban, son acusados injustamente y objeto de violencias de varios tipos. Estoy seguro que, lamentablemente, son más numerosos hoy que en los primeros tiempos de la Iglesia y que son tantos. Esto sucede especialmente en los lugares en donde la libertad religiosa no está todavía garantizada o no está plenamente realizada. Sucede también en países y ambientes que en sus papeles tutelan la libertad y los derechos humanos, pero donde de hecho los creyentes, especialmente los cristianos, encuentran limitaciones y discriminaciones. A un cristiano esto no lo maravilla, porque Jesús lo ha anunciado como ocasión propicia para dar testimonio. Entretanto en el plano civil, la injusticia va denunciada y eliminada.
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