Domingo de pasión (El amor es el maestro de toda perfección.)
El amor es el maestro de toda perfección.
Durante cuarenta días hemos ayunado, orado, dado limosna, nos hemos conocido un poco mejor pues el tiempo de prueba es tiempo de conocimiento y la cuaresma es esto tiempo de profundizar en el conocimiento interno y de compartir las necesidades de los otros y hoy entramos en un tiempo de reflectir, otro año más el sacrificio de Jesús en la cruz viene a re situarnos cada año para identificar nuestras vidas en alguno de los personajes de la pasión, no como una mera obra teatral producto de la memoria histórica si no como un espejo de nuestras vidas ante Jesús y su evangelio.
La celebración de hoy me trae a la memoria aquel refrán que dice «que poco dura la alegría en la casa del pobre.» y es que la vida cristiana mal vivida es similar a esta multitud que recibe a Jesús en Jerusalén movida por la novedad de este hombre del que todo mundo habla, pero muy pocos le conocen incluso los que han recibido de primera mano sus enseñanzas aun no comprenden la trascendencia de la llegada del mesías y la renovación de la alianza de dios con su pueblo, el evangelio de mateo nos dice que: "La gente, muy numerosa, extendió sus mantos por el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. 9.Y la gente que iba delante y detrás de él gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!» 10.Y al entrar él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. «¿Quién es éste?» decían. 11.Y la gente decía: «Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.»"
La emoción del pueblo en ese momento es realmente maravillosa, emoción que palabra tan aplicable a nuestra vida interior, tan necesaria en la vida del hombre y tan peligrosa en la vida del espíritu, muchas veces a lo largo de nuestros múltiples encuentros con la figura de Jesús actuamos de la misma manera que el pueblo de Jerusalén ese día, movidos por las emociones de la novedad, el sentimiento del curso de retiro, los propósitos de los ejercicios, la consolación en la oración, incluso el dolor de nuestros pecados pero al fin y al cabo emociones que al proseguir nuestras vidas ordinarias se disipa en el proceso de los acontecimientos y perdemos la motivación de querer seguir a Jesús y justo este es el problema diría yo de nosotros los cristianos de este tiempo que queremos vivir desde una fe tan fría y de dudosa autenticidad que la basamos en la emoción, olvidamos que el único motor, el único fin, el único consuelo y la única motivación, es la persona de Jesús, es la unión verdadera con él lo único que hemos de desear, pedir y trabajar para no ubicarnos en este pueblo que hoy proclama al señor como Mesías y unos días después pedirán a gritos su crucifixión ante Pilatos porque ya la emoción(sentimiento pasajero no adaptable a la vida de espíritu) se había esfumado y la novedad ya les había pasado, seguir a Jesús de manera autentica es aprender a no basar nuestra fe en situaciones, personas, lugares, a no aferrarnos a nada, porque seguir a Jesús significa vaciarse por completo para ser llenado de su figura, desaferrase a todo para solo aferrarnos a él, basar nuestras vidas en emociones es querer inflarnos de aire el corazón porque tarde o temprano la novedad pasa y si no hemos aprendido a recibir la luz interior en nuestro matrimonio espiritual con dios, no podremos nunca olvidarnos de nosotros y no le dejaremos espacio al Jesús autentico a poseernos de manera total.
El evangelio de hoy nos recuerda que sin un verdadero encuentro con cristo nuestra vida se va haciendo de inconstancias e incoherencias como la de este pueblo que un día proclama rey a Jesús y al otro lo condena a muerta, hoy es un buen día para pasar por el corazón las situaciones en nuestra vida en la que hemos actuado como el pueblo de Jerusalén ese día, hoy es un buen día para recordar nuestras infidelidades, nuestras debilidades, nuestras incoherencias entre el evangelio que predicamos y el que vivimos, las veces que nos hemos dejado llevar por el entusiasmo del momento y las veces en que por poner nuestro corazón en ese entusiasmo no hemos sido constantes en el amor a cristo.
Pongamos pues todo esto bajo la mirada de Jesús, el Jesús que sonríe y ama a ese pueblo sabiendo que son esas mismas personas que le entregaran a la muerte y a la humillación, ese Jesús que no nos ama por nuestras emociones ni inconstancias, si no que nos ama a pesar de ellas, entramos pues a un tiempo ya no para vernos a nosotros si no para fijar nuestros ojos y nuestro corazón en ese dios encarnado, humillado y despreciado por amor que se entrega sin medidas ni condiciones, pues ''Para poder sufrir más, Cristo no abrió enseguida su costado. Lo abrió después de morir, para revelar el amor de su corazón'.
pidamos pues que, durante estos días de reflexión, oración y penitencia que el señor nos conceda “Tener el corazón sin apetecer sino a Dios” y a “todas las creaturas en él”, hasta llegar a “ver las cosas en el Señor, y por él olvidarlas todas”. (Sn. Francisco de Borja)
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