A mi señor el Duque.
Camino entre los altos muros
del palacio de gandia
los fantasmas de una época gloriosa
me transportan
a la presencia del señor duque
la fina estampa de tu señora
doña Isabel
me mira
como recordándome lo efímero
de la belleza y el poder ,
a través del tiempo
te imaginó recto y señorial
sentado al trono ducal
donde instintivamente
tengo que posarme
quiero sentirte duque y virrey
pero tu máscara mortuoria
me recuerda tu camino de entrega
muriendo en la fría roma
en una olvidada habitación
como tu padre ignacio , oculto en el
corazón del mundo
como todos
los hijos primogénitos
emborrachado del presente
y despojado
del pasado como si de una ,
ropa vieja se tratara
lejos de tus dominios
deseando solamente a tu divino señor
tu el bastón invisible de carlos V
el pilar de apoyo de tu señora
doña Isabel
que en tu tierna infancia fuisteis
alegría de la atormentada doña Juana
en su desierto de tordesillas
¿ y a donde fue a dar todo tu señorío ?
el río de tu vida
que se gastó por señor que no muere
¿cómo encontrarte en los fríos pasillos del palacio ducal?
como los discípulos del maestro
busco entre los muertos a aquel que resucitó
resucitasteis en tu señor
apostasteis por el mejor negocio
ilumina tu vida
las sombras de mi conciencia
cuyo poder tanto admiraba
disipado en la dicha oculta del amor
por eso juro también juntó a mi señor
duque de gandia
ante el cuerpo sin vida
y la belleza desfigurada
de su señora doña Isabel
la hermosa emperatriz que hermosa era
convertida ahora en una desnuda calavera
no más servir a señor que pueda morir
el ataúd que yo abro se llama mundo
y cerrándolo para siempre
me uno a tu conversión
viviremos para siempre
sirviendo al más poderoso de los señores
nuestra vida a su mayor gloria
Ya no más grandezas,
majestades no,
que son humo al viento
y beldad de flor.
Solo vos, bien mío,
seréis desde hoy
el centro que busque
rendido mi amor.
A vos serviré
libre de temor
que podáis faltarme
pues eterno sois (pp. 17-18).
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