León Pallais: fundador y rector

León Pallais:
fundador y rector





Por huir me fui... al Seminario
 y allí encontré mi vocación
León Pallais S.J.
Al margen de las encontradas opiniones circunstanciales que despertaba
una personalidad como la del padre León Pallais, debemos reconocer su
extraordinario aporte y su dinamismo singular en el período de las ges-
tiones para obtener la aprobación del proyecto UCA, como su determi-
nación en el proceso inicial de fundación y crecimiento de la Universidad
Centroamericana. No es exagerado afirmar que hubiese sido muy difícil
emprender la realización de esta obra sin el liderazgo del padre Pallais.
León Pallais nació en León, Nicaragua, el 19 de julio de
1913. A los siete años comienza su relación con los
jesuitas, ya que ingresa al segundo grado
en el Colegio Centro América. Durante
su estadía en Granada, estuvo bajo la res-
ponsabilidad de familias conocidas de la
ciudad, como la de don Emilio Álvarez
Lejarza y la del doctor Gustavo Adol-
fo Argüello. Sin embargo, la relación
con los padres jesuitas no estuvo exenta
de sinsabores, ya que unos años más
tarde fue expulsado del colegio
por mala conducta.
La causa de tal situación se origi-
Foto cortesía de don José Joaquín Quadra. nó en un inocente juego de mchachos en los patios del Colegio. Jugaban al toreo y mientras León Pallais
portaba la cornamenta tratando de alcanzar a sus compañeros, estos lo sor-
teaban con agilidad. En esos momentos pasaba cerca del escenario del jue-
go el padre Pulido, un “maestrillo” que al parecer no gozaba de la simpatía
de los muchachos. En un determinado momento el “toro” embistió al padre
Pulido, echándolo a rodar por el suelo. Las explicaciones y las excusas no
valieron porque, seguramente, la dirección del Colegio conocía que el joven
Pallais no era el modelo de muchacho dócil y ajeno a las travesuras. Un año
más tarde, a gestiones de un sacerdote que llegó a León para matricular
estudiantes, fue admitido de nuevo en carácter condicional. Finalmente, se
bachilleró a principios de mayo de 1930.
El padre Pallais confiesa que la opción por el sacerdocio no fue un proceso
largo y que más bien su primera aproximación fue el deseo de escapar ha-
cia la novedad, pero que en el huir se encontró con su vocación. El mismo
año de su bachillerato, él y dos amigos más decidieron encontrarse en El
Paso, Texas, donde existía un noviciado de los jesuitas. Entró al noviciado
el 23 de mayo de 1930 y de esa experiencia nació la determinación de
convertirse en sacerdote jesuita. Ahí, en ese mismo centro, hizo los dos
primeros años de noviciado, un año de Ciencias y tres años más de Filoso-
fía, después regresó como “maestrillo” al Colegio Centro América.
Recordaba como nota curiosa que viajaba de Managua a Granada para
asumir su cargo en el Colegio, cuando el tren hizo la acostumbrada para-
da en Masaya. En dirección contraria viajaba, de Granada a Managua, el
padre Bernardo Ponsol con varios ex alumnos, entre ellos Guillermo Cua-
dra Pasos y Luis Pasos Argüello. Como el padre Ponsol sabía que en esa
estación se cruzaban los trenes, mandó a uno de los acompañantes a que
buscara a León Pallais, para que fuera con ellos a una fiesta que celebraban
ex alumnos del Colegio en la capital. Este fue su primer contacto con los
ex alumnos que luego jugarían un papel de extraordinaria importancia en
el proyecto UCA.
En 1942, al grupo de jesuitas que todavía no habían sido ordenados les
correspondía hacer en Europa los años de Teología. Como estaban en
plena Guerra Mundial, se pensó en un principio trasladar al grupo a algún
teologado en Estados Unidos pero, finalmente, se decidió el viaje a Euro-
pa. Viajaron por tren hasta Puerto Barrios y de ahí tomaron un barco, de
bandera española, junto a viajeros de diferentes nacionalidades. Para evitar
encontrarse con naves de guerra, iban zigzagueando, pero aun así fueron detenidos en Curazao por un navío inglés, y registrados cerca de Las Azo-
res por un submarino alemán. Finalmente, lograron llegar sin mayores in-
convenientes a Bilbao, donde cursarían los años de Teología. León Pallais
se ordenó sacerdote en 1946 y después terminó su doctorado de Filosofía
en Madrid. Regresó a Nicaragua en diciembre de 1948.
A partir de 1949, el padre Pallais asume la asistencia a la Asociación de
Ex alumnos del Colegio Centro América, aunque no permanece en Gra-
nada, ya que toma a su cargo, también, la apertura y dirección de un Club
Juvenil en Managua.58
En 1950, la ECCA adquiere nuevos vigores, en toda esa década va a co-
menzar a perfilarse y a tomar cuerpo la idea de la Universidad Centro-
americana.
Debemos ubicar el tiempo previo al nacimiento de la Universidad Centro-
americana y el papel que juega el padre Pallais en ese momento. Habiendo
sido profesor del Colegio Centro América y responsable de promover las
actividades de la Asociación de Ex alumnos del Colegio Centro América,
sus relaciones cubren el espectro político más importante de ese momen-
to. Liberales y conservadores lo miran con respeto e incluso acuden a él
como posible mediador en un capítulo dramático de la vida nacional.
Como se recordará, en 1959, alentados por el triunfo revolucionario en
Cuba, un grupo de jóvenes -la mayoría de ellos hijos de familias conser-
vadoras y muchos ex alumnos del Colegio Centro América- organizaron
lo que se conoce como la Invasión de Olama y Mollejones. El propósito
de esa rebelión era obligar a la familia Somoza, por medio de la lucha
armada, a desmantelar su proyecto continuista.
Tres días antes de la anunciada invasión, el padre Pallais, que ya se encon-
traba en México, fue solicitado con carácter de urgencia por líderes con-
servadores que deseaban hacer una propuesta para detener la invasión. La
propuesta de 15 puntos -que aparentemente contaba con el visto bueno
del presidente Luis Somoza- significaba, entre otras cosas: la reducción
del período presidencial, la prohibición de la reelección y la apoliticidad
de los militares.
El padre León Pallais, José Joaquín Quadra y Pablo Antonio Cuadra
fueron los comisionados para presentar la propuesta a los líderes de la de Nicaragua y se reunieron en la casa del doctor
Fernando Cruz, costarricense casado con la señora
Leonor Cuadra. Los líderes del movimiento armado
no consideraron suficientemente respaldada la pro-
puesta y la gestión fracasó. Sin embargo, lo que
se quiere resaltar con este relato es la
apreciación que tenían, en ese tiempo,
de la credibilidad del padre Pallais,
tanto los superiores de la Compañía
de Jesús, que autorizaron la gestión,
como el gobierno y la oposición.59
Un año después, en julio de 1960,
la UCA ya es un hecho, aunque
oficialmente aparece registra-
da como “Universidad Católica
Centroamericana, Sección de
Nicaragua”. Es en ese momen-
to cuando los superiores jesuitas
recuerdan al padre Pallais el ca-
rácter temporal de su estadía en
México y la conveniencia de su pronto retorno a Nicaragua para hacerse
cargo de la parte ejecutiva del proyecto. El grupo encabezado por el padre
Álvaro Oyanguren, Alberto Chamorro y José Joaquín Quadra, ya ha ade-
lantado los aspectos legales de constitución. El padre Pallais llega a Nica-
ragua para asumir la dirección de la Universidad en noviembre de 1960.
En el curso de las etapas siguientes iremos retomando la participación del
padre León Pallais en el proceso de fundación, crecimiento y consolida-
ción de la Universidad, hasta llegar al punto crítico que sacude las bases,
no solamente de la Universidad, sino también de la Compañía de Jesús en
Nicaragua y que termina con el retiro del padre Pallais de la Rectoría de
la UCA, en 1971.
La ubicación del terreno fue deci-
dida finalmente por el propio padre
León Pallais, a quien acompañó el
Presidente de la República, Luis
Somoza, en representación de su
familia, a la finca de la cual se iban
a desmembrar los terrenos para la
UCA. En un principio se había de-
cidido la donación de 10 manzanas,
las cuales el padre Pallais creía que
serían suficientes.68
El terreno donado por la sucesión Somoza por medio de la Escritura que
firmaron tanto la señora Salvadora Debayle viuda de Somoza, como sus
hijos Lilian, Luis y Anastasio, era parte de la finca Santa Feliciana, cuya
extensión original comprendía 134 manzanas de terrenos ejidales, más 15
manzanas de plena posesión. De esa finca se desmembraron 100,023 varas
cuadradas, un poco más de 10 manzanas. Se conversó con el señor Leoni-
das Vanegas para la donación de una manzana de terreno a la comunidad
de los padres jesuitas de la UCA (Villa Carmen)

La residencia de los jesuitas -que se conoció desde el inicio como Villa
Carmen, por el generoso aporte de la señora Carmen de Oyanguren-,
constaba de dos plantas y fue el primer edificio diseñado. Este, según el
arquitecto Mauricio Pierson, tenía diversos ambientes. En la planta baja:
entrada, sala de lectura, sala de conversación o de juegos, comedor, pantry,
cocina, lavandería, habitaciones, espacio para cuidador, bodega, capilla y
jardines de descanso. En el segundo piso se ubicarían las habitaciones con
un balcón de cara a la Universidad

Durante ese mismo año también ocurren otros fenómenos más o menos
distantes, pero que tienen repercusiones en Nicaragua, particularmente en
las universidades. Las protestas estudiantiles en Francia y la muerte de los
estudiantes mexicanos en Tlatelolco son elementos que abonan para una
militancia mayor en los centros de estudios superiores y de secundaria El mismo clero diocesano nicaragüense, el obispo Julián Barni y otros sa-
cerdotes como Guillermo Quintanilla, promueven el estudio de las nuevas
corrientes dentro de la Iglesia y hay un período muy activo en el que parti-
cipan teólogos de otros países, invitados para hablar sobre las perspectivas
que se abren con las declaraciones de Medellín.
La nueva generación de jesuitas nicaragüenses o recién llegados de Es-
paña, se entusiasman con estos nuevos retos, donde el Cristo del Nuevo
Testamento se presenta como una vía para desmantelar las estructuras
injustas de poder y proponer la presencia del reino de Dios, aquí y ahora.
No es de extrañar por eso que en los acontecimientos venideros vayan a
participar de manera activa jóvenes que confiesan sus raíces y su motiva-
ción cristiana, como tampoco debe sorprender que en el período prerre-
volucionario -o sea, antes del derrocamiento de Somoza Debayle- varios
sacerdotes jóvenes se hayan involucrado, inclusive, en la lucha armada.
En 1969, la definición de la crisis se hace más clara y se van a producir las
primeras y más graves confrontaciones. La doctora Dolores Torres, la más
antigua profesora que todavía permanece en la UCA, recuerda
que desde su llegada, en 1966, ya había una situación ten-
sa en la Universidad, aunque reconoce que como recién
llegada no entendía el fondo de la inquietud, pero se
podía percibir un ambiente de agitación y de desafío
a la autoridad institucional. Sin embargo, el agrava-
miento de la inminente crisis se produce entre 1968 y
1969. En ese mismo año cuando llega la doctora To-
rres, se produce el primer conflicto de relevancia entre
estudiantes y autoridades. El 23 de julio de ese año,
Casimiro Sotelo es expulsado de la UCA por el padre
Edgard Chamorro Coronel, quien tenía a su cargo la
Secretaría General de la UCA. El Rector no se
encontraba en el país, pero a su regreso respalda
la decisión de su Secretario General. Una de las
virtudes que la doctora Torres atribuye al padre
Pallais era su solidaridad y apoyo a las decisiones
de sus colaboradores y subalternos, aun en situa-
ciones difíciles .

Al momento de la expulsión están presentes, entre otros, Fausto Ama-
dor, Róger Cerda y Daniel Ortega Saavedra, quien cursaba el primer año
de Derecho. En los días siguientes a la expulsión de Casimiro Sotelo se
producen expresiones de repudio en contra del padre Chamorro y de las
autoridades de la UCA, en general. Uno de los oradores que protestó con
más ardor por la expulsión de Casimiro fue el bachiller Humberto Belli,
quien declara al padre Edgard Chamorro Coronel enemigo del estudian-
tado. Inclusive se juega con los apellidos de Edgard para llamarle “el Co-
ronel Chamorro”. Casimiro Sotelo muere en un enfrentamiento contra la
Guardia Nacional en noviembre de 1967.88
Para entender la gravedad de este primer choque entre estudiantes y au-
toridades se debe mencionar que, en ese momento, Casimiro Sotelo es el
Presidente de la Asociación de Estudiantes de la UCA. Antes que él, habían
estado en ese cargo Carlos Sequeira, en 1963 y Róger Vélez, en 1964.
En 1966, es electo presidente del CEUUCA Dionisio Marenco y secre-
tario general, Boris Vega. Durante este período van a darse expresiones
políticas de repudio al somocismo por parte de los estudiantes de la UCA.
Ese año, durante la inauguración de un campeonato de beisbol profesional
en Nicaragua, “Nicho” Marenco y varios estudiantes se lanzan al campo de
juegos, con mantas donde se condena a la dictadura. Un grupo de guardias
arremeten contra los jóvenes -varones y mujeres-, los golpean con los
rifles y los patean en el suelo ante la vista de miles de espectadores. Los
estudiantes son llevados a la cárcel, pero el efecto es definitivamente ver-
gonzoso para la imagen de Somoza Debayle.

Ese mismo día se produce otro enfrentamiento contra una célula del Fren-
te Sandinista, producto del cual mueren Alesio Blandón, Marco Antonio
Rivera y Aníbal Castrillo. También en este encuentro muere un soldado:
Silvio Vanegas.
Estos hechos, presenciados por periodistas y por una gran cantidad de cu-
riosos, tienen un impacto extraordinario en la sociedad nicaragüense y una
cobertura amplia en todos los medios de comunicación. Al día siguiente,
un grupo de estudiantes de Managua y de Estelí realizan una marcha en
las calles de esa ciudad, con el entierro simbólico de los caídos el día ante-
rior. Una patrulla de la Guardia Nacional se enfrenta contra los manifes-
tantes y les dispara. Como resultado del tiroteo mueren dos estudiantes de
secundaria: Luis René Barrantes y Manuel Herrera.
Ese mismo día, los
estudiantes de la
UCA se toman las
instalaciones de la
Universidad en pro-
testa solidaria por la muerte
de los jóvenes en Managua y
en Estelí. Se instalan pancar-
tas y letreros donde se exige a
las autoridades universitarias
intervenir para que se investi-
guen los hechos y se garantice
la seguridad de los prisioneros
producto de los sucesos. Las
autoridades universitarias de-
cretan la expulsión de cinco
dirigentes del grupo: Jaime
Aguilera, Fernando Benaven-
te, Enrique Morales, José Luis
Medal y Róger Cerda.
La Guardia Nacional tiende
un cerco a la Universidad con
la intención de presionar a los
alumnos que tienen tomadas las instalaciones y controlar cualquier situa-
ción en torno a los actos conmemorativos por la muerte de los estudiantes,


en León, el 23 de julio de 1959. Se intenta el reinicio de las clases, sin
embargo, la mayoría de los alumnos decide llegar a la UCA, pero no asistir
a las aulas hasta que se retiren los soldados que custodian las entradas del
recinto. El 26 de julio se realiza una Asamblea presidida por el bachiller
Edmundo Jarquín, quien en ese momento es el Presidente del CEUUCA.
En dicha Asamblea se exige el retiro de las tropas que vigilan la Univer-
sidad y se mantiene la toma de los edificios y de los equipos de la UCA.
Esta es la primera toma por parte de los estudiantes, la cual dura varias
semanas.
Es necesario mencionar que a esta fecha existía en la Universidad un acti-
vo núcleo de estudiantes de tendencia liberal. El FEL, Frente Estudiantil
Liberal -o “Juventud Somocista”, como le llamaban los otros alumnos-,
que confrontaba decididamente a los otros sectores de tendencia social-
cristiana o de izquierda. Entre los más visibles dirigentes de este grupo
estaban los bachilleres: Raúl Palacios, Pedro Barquero, Gerardo Suárez,
José Antonio Alvarado y Adolfo Miranda.
Los hechos que se inician a mediados de julio en la UCA coinciden con
dos noticias, una de trascendencia mundial y la otra de gran impacto re-
gional. Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin Aldrin realizan el me-
morable vuelo a la luna que se inicia el 16 de julio. En el área centroame-
ricana se libran enconados combates entre los ejércitos de El Salvador y de
Honduras, en lo que se conoció como la “Guerra del Futbol”. 90
Aunque hay un mar de fondo para explicar la raíz de la crisis, se pueden
identificar dos ejes centrales dentro de la Organización y Gobierno de la
UCA como elementos claves. En los primeros Estatutos, aprobados en
1960, la Universidad Centroamericana está administrada y dirigida en la
forma siguiente:
a) Rector
b) Vicerrector
c) Secretario General
d) Tesorero
e) Consejo Universitario
f ) Patronato Universitario
g) Junta de Directores


En esta Junta de Directores aparece una representación mayoritaria de la
Iniciativa Privada. Están en ella: Federico Lang, Jaime Morales Carazo,
Felipe Mántica, Alberto Chamorro Benard, Ernesto Fernández Holmann,
Duilio Baltodano Pallais, Enrique Dreyfus Morales, Alfonso Robelo Ca-
llejas y Róger Lacayo Terán.
Por parte de la Compañía de Jesús aparecen los padres León Pallais, Juan
M. de Artabe y Juan Bautista Arríen. Un docente, el doctor Rodolfo Sandi-
no Argüello y cuatro miembros representativos del Consejo Universitario

Antes de presentar las refor-
mas se produce un hecho que
agrega un nuevo elemento a
la crisis que ya está en marcha.
Don Pablo Antonio Cuadra
se desempeñaba como Di-
rector del Departamento de
Cultura de la UCA y el Se-
cretario Ejecutivo era el poe-
ta Luis Rocha Urtecho. El
padre Pallais había propuesto
a don Pablo Antonio Cuadra
para Decano de la Facultad
de Humanidades, pero como
no hubo consenso por parte de miembros del Consejo Universitario, se
desistió del asunto. Según lo recuerdan algunos de los testigos, se ha-
bían creado posiciones antagónicas entre los hermanos Rosendo y Miguel
Chavarría, muy cercanos a la línea institucional de aquel momento, frente
a otros funcionarios y profesores de tendencia progresista. Se decía en ese
tiempo que los hermanos Chavarría, nicaragüenses educados en España,
eran miembros del Opus Dei, conocida tendencia ultraderechista de la Iglesia Católica y que traían como misión convertir a la UCA en una
institución afín a sus ideas, lo cual no fue comprobado y era negado por
ellos.93
Mientras estaban fuera del país el padre Pallais y Pablo Antonio Cua-
dra, se produce el despido del poeta Luis Rocha. A su regreso, don Pablo
Antonio se siente lastimado por el despido del Secretario Ejecutivo del
Departamento, sin que se le hubiera pedido opinar al respecto. En conse-
cuencia, hace pública su renuncia y denuncia el hecho en La Prensa. En
ese momento también renuncia Vidaluz Meneses, que trabajaba para ese
Departamento. El mismo Luis Rocha recuerda que parecía una contradic-
ción el hecho de haber recibido, un mes antes de su preaviso, felicitaciones
por parte de la Rectoría por la labor del Departamento. Esta situación
produce también el distanciamiento de otro destacado intelectual: José
Coronel Urtecho. 94
Las reformas de abril de 1969, publicadas en La Gaceta, Diario Oficial, del
23 de julio de 1970, no satisfacen a los estudiantes y tampoco a algunos
profesores. A raíz del conocimiento de las reformas, a finales de junio y
durante julio de ese año, se producen manifestaciones de protesta que in-
terrumpen el normal funcionamiento de la Universidad.
El 1.º de agosto renuncia el padre Álvaro Oyanguren como miembro de la
Junta de Directores de la UCA, aduciendo que se le hizo firmar con enga-
ños la reforma a los Esta-
tutos y con ello comenzará
una cadena de renuncias de
parte de otros sacerdotes,
como Noel García, Rober-
to Cardenal y Edgard Cha-
morro.
El padre Fernando Car-
denal recuerda que él re-
gresó a Nicaragua desde
Medellín, donde hacía su
Tercera Probación como jesuita, en julio de 1970. Ha-
bía sido nombrado Director
de Estudiantes, con rango
de Vicerrector y según los
Estatutos una de sus fun-
ciones era: “Estar en con-
tacto permanente con los
dirigentes y representantes
estudiantiles para colaborar
armónicamente en la mejor
consecución de los fines de
la Universidad”. Su primer
día en el cargo fue el lunes
23 de agosto y su primera
impresión, según afirma, fue
ver en las paredes de los di-
ferentes edificios leyendas en
cartulinas pidiendo hablar
con la Rectoría. Confiesa
que no conocía las interiori-
dades del problema, pero que
por la propia responsabilidad
en el cargo que tenía, era su
obligación asistir como ob-
servador a los actos de los
estudiantes en esos días.95
La situación se agravó en los
siguientes días y, finalmente,
los estudiantes decidieron
durante una reunión en el gimnasio “Jorge Buitrago”, la toma de las insta-
laciones de la Universidad el 26 de agosto Durante la reunión del 26 de agosto, el padre Fernando Cardenal, a quien
los estudiantes le pidieron expresar su opinión respecto de sus demandas,
manifestó que encontraba razonables las mismas. Parte de su exposición
fue publicada en la misma crónica del diario La Prensa, a la que se ha he-
cho referencia: “En los tres días que tengo de estar en este cargo (Vicerrec-
tor para Asuntos Estudiantiles) he observado el movimiento estudiantil
y he visto en ellos sinceridad para buscar soluciones a los problemas de la
Universidad”.97
A partir de ese momento se produjo un distanciamiento entre el rector
Pallais y el padre Cardenal, el cual terminaría con el retiro de este últi-
mo de la UCA y con la intervención del Provincial de los Jesuitas para
Centroamérica, el padre Francisco Estrada. Este distanciamiento no fue
un proceso fácil, como expresa el propio padre Cardenal, ya que el padre
Pallais era su amigo y amigo de su familia; también había sido su guía
espiritual y el que condujo su vocación en el primer momento.
El 28 de agosto se reúne de nuevo la Junta de Directores y recibe un in-
forme sobre las demandas de los estudiantes por parte de una comisión
compuesta por los señores: Duilio Baltodano, Enrique Dreyfus, Federico
Lang, Rodolfo Sandino, y por el padre Juan Bautista Arríen. Se discuten
y se aprueban algunas de las propuestas estudiantiles. Se declaran, en esa
misma reunión, en sesión permanente “por la gravedad de los sucesos”.
En la sesión del día siguiente, registrada en el Acta n.º 21, se produce la
renuncia del señor Felipe Mántica a la Junta de Directores y el padre Pa-
llais, a quien los estudiantes señalan de intransigente, manifiesta: “Que si
es motivo mi persona para solucionar el problema, he venido pensando se-
riamente en retirarme y, por lo tanto, si fuera necesaria mi renuncia como
Rector y Presidente de esta Junta para dejar en amplia libertad a los otros
miembros, la tendrían a la orden”. El Acta recoge, a continuación, el hecho
de que “Todos los otros miembros de la Junta manifestaron su apoyo al
Rector y Presidente y le dieron su más amplio voto de confianza para con-
tinuar al frente de la UCA”. En esa misma sesión se decretó el
cierre indefinido de la Universidad “para proceder a la re-
cuperación de la propiedad perturbada ilegalmente”.99
A la reunión del 31 de agosto, registrada en el Acta n.º
22, se invita a los decanos y a algunos profesores para
informarles que la Universidad sigue en poder de los
estudiantes a pesar del decreto de cierre de la misma.
En esa sesión se nombra a los decanos Román Román
Wheelock y Emilio Rappaccioli Baltodano.


El 19 de enero los estudiantes se toman los edificios de la Rectoría y de
la Biblioteca. Cierran las puertas frontales de la Rectoría, mientras están
adentro el Rector y los funcionarios administrativos. El padre León Pallais
es impedido de salir del edificio por algunos alumnos, que le quieren hacer
salir por una ventana, lo cual, al final, no ocurre. Este hecho es reprobado,
inclusive, por el diario La Prensa -que ha estado al lado de los estudiantes por considerarlo un exceso
criticable. En ese momen-
to hay un cruce de palabras
fuertes entre los alumnos y
el Rector y mayor tensión en
las relaciones entre las auto-
ridades universitarias y el
movimiento estudiantil. A
las cuatro de la madrugada
del día siguiente, penetran
en los predios de la Uni-
versidad unos 300 guardias
nacionales al mando del co-
ronel Luis Ocón, quien en
ese tiempo se desempeña
como juez de policía. Este
conmina a los reclamantes
a abandonar el local y, ha-
ciendo un gran despliegue
de intimidación, logra sa-
car a los huelguistas de los
recintos ocupados. Con los
estudiantes se encuentran
dos sacerdotes: el nicara-
güense Edgard Parrales y el
español José Antonio Sanjinés.105
Este hecho crea una conmoción extraordinaria en el ya caldeado clima de
confrontación.
Es la primera vez que el Ejército en función de Policía entra hasta las
instalaciones físicas de la Universidad. Antes había realizado acciones de
vigilancia a lo externo de la UCA. Sin embargo, en este caso, la Guardia
Nacional actúa sobre una orden judicial que se produce a petición del
Consejo Superior Universitario de la Universidad Centroamericana, que
se había reunido la noche del 19 de enero en Villa Carmen, la residencia
de los padres jesuitas.

La presión en contra del Rector va arreciando desde el inicio de 1971. Él
confiesa que había ofrecido su renuncia, pero que ni la iniciativa privada
involucrada en la UCA ni la misma Compañía de Jesús querían que la sa-
lida del rector Pallais fuera interpretada como un triunfo de las presiones
estudiantiles o de algún sector de la misma Compañía. En esas circuns-
tancias, los superiores jesuitas querían hacer cambios, pero sin dar la im-
presión de que habían cedido a las presiones. Por otra parte, se tendría que
buscar un sustituto ajeno al conflicto y que, además, tuviera la habilidad
de imponer orden sin provocar una reacción de rechazo .

En febrero de 1971, el padre León Pallais se prepara para viajar a Roma
y exponer ante los superiores jesuitas la situación de la Universidad, con
el fin de presentar su propuesta de Estatutos y solicitar el nombramiento
de un nuevo Rector. En relación con este viaje, el 22 de febrero de 1971,
la Junta de Directores nombra al doctor Rodolfo Sandino Argüello, Vi-
cerrector de la UCA, con todas las atribuciones plenas del Rector, por un período de cinco semanas. El doctor Sandino Argüello era ya un presti-
gioso profesional del Derecho, respetado por alumnos y por autoridades.
En su carrera posterior, en cargos relevantes en instituciones del Estado,
seguirá gozando de una singular distinción y reconocimiento por parte de
diversos sectores.
Antes de que el rector Pallais viaje a Roma, una comisión de universitarios
integrada por los bachilleres Jorge Alaniz y Salomón Delgado, a quienes
acompaña en calidad de asesor el doctor Ernesto Castillo, viajan también
al Vaticano para explicar su versión de los hechos y hacer una contrapro-
puesta de Estatutos. Según la versión del doctor Castillo, fueron recibidos
por el padre Arrupe, General de los Jesuitas, y remitidos posteriormente
para hablar con el padre Paulo Dezza, quien habría manifestado su apoyo
a las demandas de los estudiantes.109
Cuando regresa el doctor Castillo con el resto de la delegación, el 5 de
marzo, anuncia que les ha sido confirmado el nombramiento de un nuevo
Rector. El doctor Castillo es separado de su cargo de profesor de la UCA
al día siguiente.110 La afirmación de la delegación estudiantil de haber
recibido señales de cambios orientados desde Roma es cuestionada en un
comunicado del Superior de los jesuitas en la UCA, el padre Julio Zuazu
Garnica, del 23 de abril de 1971, en donde manifiesta que la Curia Ge-
neralicia que atendió a la delegación de estudiantes “se limitó a sugerir
algunas acotaciones a los nuevos Estatutos de esta Universidad, según el
criterio con que rige sus universidades la Compañía de Jesús y nos indicó
a todos que los asuntos de esta Universidad debían ser resueltos aquí por
sus autoridades”. 111
Evidentemente, desde la visita del padre Estrada en enero de 1971, ya se
había decidido el cambio de Rector, sin embargo, tanto la Junta de Direc-
tores como el Padre Provincial estaban manejando con mucha prudencia
el asunto y todavía no se mencionaba el nombre del sustituto.
Este proceso culmina con la renuncia del padre León Pallais el 14 de abril
de 1971; ocasión también para la aprobación de la reforma a los Estatutos.

que modifica la estructura de representación en el gobierno de la Univer-
sidad. En el Acta que se levanta en la reunión del 14 de abril de 1971, se
aprueban tres puntos adicionales:
“Tercero: de conformidad con el art. n.o
 10 de los Estatutos recién apro-
bados, el licenciado Duilio Baltodano, considerando los méritos del fun-
dador de esta obra llamada Universidad Centroamericana, así como sus
trabajos por ella, propone como presidente al padre León Pallais, siendo
aprobado por unanimidad.
Cuarto: de acuerdo con el art. n.o
 13, inciso f ) de los Estatutos, por unani-
midad de votos se nombra Rector de la Universidad Centroamericana al
Reverendo Padre Arturo Dibar Sarachu.
Quinto: el padre Pallais propone de conformidad con el mismo art. n.o
 13,
inciso f ) al padre Juan Bautista Arríen como Vicerrector de la Universi-
dad, siendo electo por unanimidad”.
Aparentemente, la Compañía de Jesús había encontrado la fórmula de la
transición y el sacerdote apropiado para el caso. Arturo Dibar era urugua-
yo y no pertenecía a la nueva corriente de jesuitas jóvenes, sin embargo,
con tacto y diplomacia podría suavizar la situación. Él era Rector de la
Universidad Rafael Landívar, la universidad de los jesuitas en Guatemala,
y de allí fue trasladado a Nicaragua.
Los nuevos Estatutos aprobados el mismo día de la renuncia del padre
Pallais y del nombramiento del padre Dibar, como hemos mencionado,
modifican sustancialmente la estructura de gobierno y la representativi-
dad en los diferentes órganos de la UCA. En este caso, la Junta de Direc-
tores queda un tanto indefinida, porque el art. n.o
 9 dice textualmente: “La
Junta de Directores se compone de Representativos de la Empresa Priva-
da, Representativos del Profesorado y Representativos de la Compañía de
Jesús, en número y proporción que lo determine la misma Junta..


Después de una dolorosa enfermedad el Padre Pallais Falleció el 16 de julio de 2016.

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